"Fue el Diablo quien creó los piojos, las chinches y las pulgas, pero Dios no tiene inconveniente alguno en utilizarlas. Un día que Dios caminaba con San Pedro por la orilla de un río, vio tumbada en la arena a una mujer cuya cara reflejaba el más profundo aburrimiento. Sintió piedad de ella y, sacando de su bolsillo un puñado de pulgas, se lo arrojó diciendo:
