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viernes, 14 de octubre de 2011

LA MÚSICA CLÁSICA


Hace un tiempo un conocido mío me espetó aquello de que cómo me podía gustar la música clásica. Por mi parte, me encogí de hombros, porque no era el momento de ponerme a explicarle por qué me gustaba esto y no lo otro. La gente tiende a considerar la música clásica como un todo sin pararse a averiguar qué es en realidad. Ésta, como todo en la vida, no es ni blanco ni negro, sino gris con muchos matices. Digamos que la música clásica es tan variada como la música no clásica. Si yo preguntase a alguien si le gusta la música no clásica, ¿qué me diría? “Bueno, depende, ¿te refieres al pop, al heavy, al folk, a la salsa, al tango, a una sardana, una sevillana o una muñeira…?”. Pues en la música clásica ocurre tres cuartas partes de lo mismo. Además, quien más o quien menos la escucha casi todos los días, aunque no se de cuenta de ello, porque sirve de sintonía a programas de televisión o de radio, a anuncios propagandísticos, en películas, documentales y series de televisión, incluso intérpretes del popo, del heavy, del folk se sirven de ella; en realidad, estamos invadidos por la música clásica, aunque no lo sepamos. ¿Si me gusta la música clásica? Pues, mire usted, depende; ¿se refiere a la barroca, a la romántica o a la dodecafónica; tal vez al oratorio, a la sonata, a la ópera, a la sinfónica; o querrá decir pianística, violinística, orquestal, liderística…? Y así sucesivamente.
Pasa lo mismo que con los compositores. Hay tantos y de tanta variedad que unos gustan y otros no. Es como si a un lector de literatura le preguntáramos si lo gustan todos los escritores; seguramente respondería que algunos, pero no todos, hasta es posible que haya algunos que ni los traga. ¿Y si le preguntamos a un aficionado al fútbol? ¿Le gustarán todos los partidos y todos los equipos? Pues, mire usted, le gustarán los partidos buenos o los más emocionantes y los equipos que juegan bien o, sobre todo, si son sus favoritos. Y en la música clásica ocurre los mismo. En general, a los que les gusta un estilo de música no les va otro, aunque por aquello del qué dirán ellos digan que les gusta todo. A mí, por ejemplo, no me gusta Wagner, pero me chifla Beethoven. En cuanto a Mozart, sólo lo que compuso en los últimos cinco años de vida, todo lo anterior es perfectamente olvidable.
¿Cómo puede nadie decir que no le gusta la música clásica sin siquiera haberlo escuchado? Ya digo que todos tienden a englobarla en un mismo cajón, cuando es tan variada y rica como hasta el momento no hay otro tipo de música. ¿Recuerdan ustedes el anuncio de “miel de la Granja San Francisco”? La música era de Boccherini. ¿Vieron la película “Master and Comander”? La música también era de Boccherini. ¿”2001, una odisea en el espacio”?, música de Strauss. ¿La naranja mecánica”?, Haendel, Beethoven y otros. Ese famoso vals que suelen bailar los novios recién casados es el vals “El bello Danubio Azul” de Strauss, y cuando la novia se acerca al altar suena la Marcha Nupcial de Mendelssohn; y, si oímos la Marcha Fúnebre acompañando al féretro, estaremos escuchando a Chopin. ¿Recuerdan ustedes cuando Televisión Española conectaba con Eurovisión y sonaba música de trompeta?, pues era de Charpentier. En fin, para botón, una muestra, o como se diga, así que podéis reflexionar sobre:
El  Canon, de Pachelbel; El Aleluya (de El Mesías), de Haendel; el Himno a la Alegría (de la Novena Sinfonía), de Beethoven; La Cabalgata de las Walkyrias (de Las Walkyrias), de Wagner; La Balada de Mackie el Navaja (de La Ópera de los Tres Peniques), de Weill; El Allegro (de La Primavera-Las Cuatro Estaciones), de Vivaldi; La Fantasía sobre Greensleeves, de Vaughan-Williams; La Obertura (de Guillermo Tell), de Rossini; el Can-can (de La Gaité Parisienne), de Offenbach; La Máquina de Escribir, de Anderson; La Danza Ritual del Fuego (de El Amor Brujo), de Falla; El Aprendiz de Brujo, de Dukas…. y un largo, larguísimo etcétera.
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