Se aproximan
las fiestas navideñas y muchos niños, sobre todo en Estados Unidos y Canadá,
aguardan con impaciencia la víspera del día de Navidad; esto es, lo que en
España conocemos como Nochebuena. ¿Por qué esa impaciencia? Porque esa noche
llega Santa Claus repartiendo regalos a diestro y siniestro, cuya fama se
extiende por todas partes. Así, al alba del día siguiente los niños, y los no
tan niños, se levantan raudos y se van hacia el árbol navideño para abrir los
regalos que allí estarán depositados.
Sin
embargo, no en todas partes Santa Claus es ese obeso y “tontorruno” bonachón,
adorado por niños y grandes. Por ejemplo, en Suiza, sin ir más lejos, la
tradición lo describe de forma diferente. Veamos las diferencias: en Estados Unidos Santa Claus llega la noche del 24 de diciembre montado
en un trineo tirado por renos, mientras que en Suiza lo hace el día 6 del mismo
mes con un burro cargado con los regalos; en Estados Unidos Santa Claus se
cuela por la chimenea para entrar en las casas, en tanto que en Suiza llama al
timbre de la puerta y los padres le franquean la entrada; en Estados Unidos
Santa Claus reparte regalos y se va, pero en Suiza sólo reparte frutas y
chocolate y, si el niño se ha portado mal, lo mete en el saco y se lo lleva
consigo (como el “coco” en España, de ahí que se le tema); en Estados Unidos se
cree que Santa Claus vive en el Polo Norte, mientras que en Suiza se cree que
vive en el bosque. Además de todo esto, mientras que el Santa Claus de
Estados Unidos dispones de todo un ejército de elfos para construir los
juguetes, además de su amante esposa Mamá Claus, el Santa de Suiza vive solo en
el bosque, con su burro, dedicándose a recolectar los frutos que éste
proporciona. ¿Cómo, entonces, llegan los regalos navideños a los niños suizos? Según
la tradición, es un ángel el encargado de la tarea el día de Navidad y, otro
punto discordante, los regalos se hacen a los niños y adolescentes, pues, una
vez entrado en la veintena de años, no se suele recibir regalo alguno.
En
cuanto al origen del mito Santa Claus, ya es de todos conocido, así que con un
breve resumen será suficiente para refrescar la memoria. Se dice que en el siglo
IV vivió un tal Nicolás de Bari, de origen turco, que llegó a ser ordenado
sacerdote. Ya en su tiempo fue famoso no sólo por sus bondades, sino también
por obrar algunos milagros, lo cual le llevó a ser santificado. La figura pasó
poco a poco a convertirse en San Nicolás (Sant Niklaus), cuya tradición
llevaron los europeos a América. Por cierto, el dicho de que fue la Coca-Cola quien
lo vistió de rojo para promocionar su bebida, también de este color, no es del
todo correcto; de hecho, ya aparecía vestido con los colores rojo y blanco en
publicaciones anteriores a la empresa; lo que sí es cierto, es que los anuncios
con Coca-Cola ayudaron en gran manera a que se expandiera esta figura.
¿Cómo
relacionar a Santa Claus con los regalos de la Navidad? Pues bien, en la
antigua Roma existían una fiestas a mitad de diciembre, dedicadas a su dios
Saturno, durante las cuales los niños recibían regalos de los adultos. Esta se
extendió a todo el imperio y con el tiempo surgieron diversos personajes
míticos que realizaban estos trabajos, como la famosa hada italiana Befana. Más
tarde en algunos lugares estos personajes fueron reemplazados por la figura de Nicolás.
Cuando los holandeses fundaron lo que es actualmente Nueva York, llevaron
consigo este mito, a quien ellos llamaban Sinterklaas. En el siglo XIX fue
descrito en un poema de Clement Clark Moore como un duende enano y delgado que
repartía juguetes a los niños, ayudado por un trineo tirado por nueve renos;
pero, poco después el dibujante alemán Thomas Nast lo representó en sus viñetas
como un gordo barbudo y bonachón. A finales de este siglo la Lomen Company
estadounidense predicaba en un anuncio que Santa Claus vivía en el Polo Norte.
En
fin, sea como fuere, Santa Claus o Reyes Magos, lo importante es que haya una
FELIZ NAVIDAD para todos.
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