Las lágrimas vertidas por motivos de moción tienen distinta
formación química que las causadas por viento, frío y polvo.
En los relojes tradicionales con manecillas y números desde
el uno al doce, si se sumen éstos horizontalmente dan siempre un total de 12.
Washington D.C. no ha sido siempre la capital de Estados
Unidos; por asombrosos que pueda parecer, es la novena ciudad que ha sido
capital.
Corría el año 1869. El presidente estadounidense Abraham
Lincoln se hallaba en un teatro donde se interpretaba el himno confederado “Dixie”.
Lincoln se entusiasmó tanto con la música que gritó pidiendo que lo repitieran.
En 1811 el retrato de Mona Lisa fue robado del museo Louvre
de Paris. Lo curioso es que su espacio vacía fue contemplado durante dos años
por más gente que el retrato en los doce años anteriores.
Auguste Rodin es el autor de varias esculturas populares e
importantes. Pues bien, este artista y escultor suspendió tres veces los
exámenes de escultura en la prestigiosa escuela de Bellas Artes de París.
Un molino en Nantucket, Massachusetts, EEUU, fue hecho en
1746 totalmente con maderas halladas en la costa, que eran parte de barcos
naufragados en el transcurso de los años.
Durante la década de 1930 los perros que trabajaban como
extras en películas recibían 7.50 dólares diarios, igual que las personas.
El edificio donde el presidente estadounidense tiene su
residencia oficial fue terminada en 1812, pero no fue hasta dos años más tarde
que la apodaron Casa Blanca, debido a que fue pintada de ese color para ocultar
las manchas de humo producidas por el incendio provocado por los ingleses en
ese año.
El primer desnudo femenino de la historia del cine apareció
en la pantalla en 1916. La actriz se llamaba Annette Kellerman, y la película, La hija de los dioses. Annette, que
además de actriz era una gran nadadora, tuvo que lanzarse desde una altura de
casi tres metros sobre una catarata de la isla de Jamaica.
Cuando los astronautas Gerald Carr, Edward Gibson y William
Pogue regresaron de su viaje de ochenta y cuatro días a bordo del Skylab,
medían cada uno cinco centímetros más de estatura. La explicación es que, al no
estar sometidos a la gravedad, sus vértebras se pudieron expandir hasta los
límites que marcaban sus cuerpos.
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